LAS CANCIONES DEL VIENTO
El viento guarda nuestras penas. Las junta con las nubes y se las lleva a algún rincón lejano de donde volverán cansadas de recorrer los caminos de la vida. Sólo él las conoce, sólo él y nadie más.
UNA HISTORIA REAL
UNA HISTORIA REAL
“Perdón, doctor, en esa sala hay tres alumnos a los que
todavía no le tomaron examen”
“¡No puede ser el examen ya terminó!”
“Por favor doctor…”
“Hum… voy a ver…”
El hombre llegó a la sala donde estábamos los tres cada vez
más nerviosos esperando que alguien nos interrogara.
Por suerte, cuando Mirta abordó al primer profesor que vio,
la acertó con un buen tipo.
Nos tomó preguntando la patología que tenía el paciente que
nos había tocado y finalmente nos aprobó a todos.
Cuando salimos de la sala de traumatología, última materia
de nuestra carrera, reboleé por el aire el portafolios que me había acompañado
durante más de siete años. Era el 15 de Diciembre de 1973.
A partir de ese momento pasábamos a ser, de un estudiante
avanzado, un medicucho recién recibido.
Ha pasado mucha agua bajo el puente. Muchas cosas buenas y
malas. Pero el barco siguió navegando y hoy se desliza por las aguas tranquilas
que nos da la experiencia.
DISQUISICIONES DE
UN SEXAGENARIO III
Febrero,
2011
Estoy próximo a
cumplir los 62 y me han ocurrido cosas, situaciones, que me han golpeado. No
por lo que ellas en si significan sino por la sorpresa de no esperar que las
mismas ocurrieran.
Por una cuestión
político económica todas las personas se jubilan a los 65 años. ¿Por que?
Porque no se puede establecer cuando el ser humano comienza a flaquear en
puntos vitales para la sociedad y es necesario que “entregue la posta”.
La vida es una escalera,
cada año es un peldaño que vamos subiendo hasta el final de la misma, no
importa cuando, es lo menos importante… pero ya les hablaré de eso.
No es lo mismo a
los 62 que a los 61. Se supone que en el transcurrir del año he aprendido, he
incorporado nuevos conocimientos y experiencias, así como también he sumado
limitaciones, mínimas, pequeñas, imperceptibles, pero reales.
Uno es conciente
que no conduce como lo hacía hace 30 años atrás, que no retiene las cosas con
la facilidad con que lo hacía, que se cansa mucho más, que se ha vuelto más
sensible y lo golpean mucho más cosas que hace un tiempo atrás le resbalaban.
También es conciente que está más pausado, no se arrebata ni se equivoca con la
facilidad con que lo hacía, disfruta más de las cosas que hace, la experiencia
sumada le permite enfrentar desafíos que hoy le resultan simples y antes eran
todo un mundo.
Claro, las fechas
son relativas. Pero pongámosno de acuerdo en que los sesenta es una edad en la
cual uno ya llega cansado de trabajar, harto de soportar las mismas preguntas absurdas,
los mismos conflictos que debieran ser conocidos y para algunos se les
presentan como grandes novedades. Es una edad en la que, si ha hecho bien las
cosas o ha tenido suerte, todavía está
entero para disfrutar de los otros placeres, de otros caminos que posiblemente
durante su tiempo activo no pudo recorrer.
Nos están sobrando
cinco que son las reglas del juego. Pero punto. Cinco más y nada más. Lo que
nos queda es un camino corto y hay mucho por recorrer.
Por otra parte,
siempre lo digo: “Cuando uno “chochea” no se da cuenta”. ¿A que vamos a
esperar? ¿A que nos descarten por inservible o peligroso? Porque eso es lo
peor. La persistencia en la continuidad de la vida que no nos corresponde
comienza a ser peligrosa para el resto de los que nos rodean. La edad nos debe
dar esa cuota de responsabilidad. “El necio nunca aprende, el inteligente
aprende de sus errores, el sabio aprende de los errores de los demás”, dice el
viejo adagio.
El problema surge
cuando alguien es tan poco capaz que ha aprendido una sola cosa. Solo sabe
moverse en un espacio y si se lo quitan se desespera. Los estadounidenses, que
son muy prácticos, (es cierto viven otra realidad socioeconómica lo que lo hace
más fácil) dicen que unos cuantos años antes hay que ir preparando el retiro.
Lenta, pero progresivamente hay que ir delegando actividades y esos espacios
irlos cubriendo con otras ocupaciones, de tal forma que cuando llegue el tiempo
del retiro, de alguna manera uno ya esté en otra cosa y no note la diferencia.
Estos 62 años me
han enseñado que no existe nada mejor ni peor. Cada uno tiene un gusto
diferente, una manera de vivir distinta, una forma de aprovechar el tiempo
personal. Lo que le gusta a cada uno es lo mejor. Y lo que no le gusta no sirve.
Hay reglas, que los
años han enseñado. Reglas de salud. Alterarlas forma parte, justamente de esa
incapacidad de crecer, de transcurrir la vida absurdamente. Nada asegura nada,
pero se supone, que dan más posibilidades.
¿Posibilidades de
alargar la vida? En lo personal no me interesa. La vida no es un don. Es un
castigo por el tremendo acto de egoísmo que llevamos a cabo los padres lanzando
a alguien a un mundo que no le ofrece ninguna garantía.
La vida es un don
preciado. Mentira.
La vida es algo que
no he llegado a entender, por lo menos hasta el tiempo que llevo vivido, y me
da la sensación que cuando la película se acabe va a ser como esos films que
dejan el final abierto. Te quedás con las ganas de saber que pasa.
Pero honestamente
no me interesa.
Ya estuve cerca de
la muerte y me dio lo mismo.
Allí aprendí que no
me queda otra que vivir y es bastante estúpido hacerlo mal.
Cada día a
enfrentar hay que tratar de disfrutarlo.
Bueno sería que
todos lo entendieran. Porque muchas veces el entorno es quien no te lo permite.
Hay una frase, que
no sé a quien pertenece pero me gusta, que dice: “La vida es simple, es el
hombre quien la complica”.
No creo que haya
que ser un lama para disfrutar la vida, aunque hay que aprender a pensar lo más
parecido posible. Tengo lo que tengo. Soy lo que soy. Haré lo que pueda y hasta
donde pueda (física y temporalmente).
En algún momento me
van a quedar muchísimas cosas por hacer, cantidad de sueños por cumplir. ¿Por
qué desesperarme por uno de los tantos que hoy no puedo alcanzar? Hay otros,
más simples, más realizables.
En una película que
vi, no hace mucho tiempo, el protagonista planteaba que los ignorantes eran
mucho más felices, lo que el interlocutor más viejo aceptó pero le dijo: “prefiero
el padecimiento del conocimiento a la felicidad de la ignorancia”.
La sabiduría no
pasa por saber mucho, sino en llegar a comprender que siempre es poco. El saber
del mundo es tan grande (e inestable) que es imposible llegar a abarcarlo
completamente. La humildad es un signo de que se ha comprendido lo pequeño que
somos.
El recordar muchas
cosas no es más que la demostración de una buena memoria. Hay organismos que
tienen esa facilidad. Sin embargo es posible que sea mucho más inteligente
aquel que razona lo poco que recuerda, recurre a las informaciones y aplica su
experiencia, que aquel que utiliza palabras, citas, nombres, grandilocuentes
pero continúa cometiendo los mismos errores una y otra vez, convencido de que
es un superdotado.
He recorrido un
largo camino. He aprendido a respetar y querer a todos. No tengo rencores. No
sé tenerlos. No tengo grandes ambiciones. Lo único que pretendo es vivir en paz
y feliz. ¡Poca cosa!
Hay muchos temas
que quisiera tocar. Entre las limitaciones de la edad está la desconcentración.
Ahora se me escapan. Tal vez escriba una cuarta versión (La segunda nunca la
envié). Veremos. En este momento no sé por qué me viene a la memoria un poema
que tengo guardado de Miguel Hernández, que dice:
QUISE
SER… ¿PARA QUÉ?... QUISE LLEGAR GOZOSO
AL
CENTRO DE LA ESFERA DE
TODO LO QUE EXISTE.
QUISE
LLEVAR LA RISA COMO
LO MÁS HERMOSO.
HE
MUERTO SONRIENDO SERENAMENTE TRISTE.
Nota: A esta altura de mi vida he llegado a
los 64 y me quedan meses apenas para la jubilación. Nada ha cambiado. Sigo pensando
lo mismo, por lo que publicarlo ahora tiene el mismo valor que hace apenas dos
añitos.
DISQUISICIONES DE UN SEXAGENARIO
DISQUISICIONES DE UN SEXAGENARIO
No son más que las
ideas locas de un jovato sexagenario…
No tienen por qué ser
verdad… pero también podrían serlo…
He descubierto que la
vida es notablemente parecida a un video juego.
Simplemente elegís un
personaje y te disponés a superar
dificultades para
dirigirte hacia algún lugar que no sabés
específicamente como
es o en que consiste.
Con cada escollo que
salvás o cada nivel que subís ganas puntos y te ponés feliz.
Pero enseguida tenés que continuar.
A veces algo te sorprende
por el camino y… “GAME OVER”,
quedaste afuera.
Otras veces conseguís
llegar hasta el final y cuando lográs
hacer el último
movimiento no te dan ningún premio, no te
ponen una corona de
laureles o te victorean triunfador.
Simplemente se acabó…
Eso fue todo…
No sé si luego se
iniciará otro juego… tal vez…
Cada quien tiene el
derecho a pensar o creer lo que le venga en ganas.
Nadie ha vuelto para
contarnos lo que sucede.
Pero lo que si es
cierto es que mientras nos toca jugar
debemos disfrutar del
juego.
Cada puntito que
sumamos, cada obstáculo que vencemos es una porción de esa
felicidad que todos
perseguimos.
Cuando nos toque
dejar los controles lo único seguro
que nos llevaremos es
haberla pasado bien.
El haber vivido con entusiasmo cada momento.
Y nada más…
Probablemente no es
más que una tontería que imaginé
jugando con mi hijo…
Probablemente no es más que eso…
A mi me sirve…
Les deseo que
disfruten del tiempo por venir y que sean
muy pero muy felices.
PAYADA
PAYADA
Vaya mi verso florido
Que me surge en este instante
Les estoy agradecido
Por ser buenos y aceptarme
Prometo cumplir las normas
Que habéis establecido
Y aunque aquí ya son las doce
Y estoy ya medio dormido
Voy a hacer mi recorrido
Saludando a todo el mundo
Y aunque el dedo se haga un nudo
Voy a seguir mi trabajo
De manera de ir derecho
y no ligar un semáforo.
Un saludo para todos
Y me voy a dormir.
No rima pero es la verdad
Lo juro.
PACO2013
¡IDOS A CAGAR!
IDOS A CAGAR
Expresó con furia luego de apagar el ordenador
violentamente.
Había “tirado” currículos para todos los rincones del
planeta y no había obtenido ninguna respuesta.
Eh… Bueno… A decir verdad ninguna respuesta satisfactoria.
Había respondido cientos de cuestionarios.
Había demostrado su capacidad luego de realizar un millón de
pruebas.
Los pocos que se habían conectado con él le preguntaban
cuanto quería ganar.
Necesitaba ese trabajo así que pedía la mitad de lo que
habitualmente se pagaba en su actividad y siempre había alguien que se ofrecía
por menos, y aunque no tuviera el legajo que él poseía se lo daban al otro porque
era más barato.
No hablemos de los que tenían el apoyo de alguien
importante.
Recurrió a suplicar, a pedir por favor y en última instancia
a preguntar la razón de por qué no le daban el trabajo.
¿Alguien le respondió? ¿En que siglo vivís? A nadie le
importa un pito del otro.
La educación y las buenas costumbres están pasadas de moda.
Cero, nada, ni por si o por no, mucho menos dando razones
que le podrían haber servido para mejorar sus ofrecimientos.
Responder, ser, al menos, amable o mínimamente educado. Pero
¡Qué estoy diciendo! ¡Pedazo de hijos de ….!
Comprendió que estaba solo, que todas esas hermosas
palabritas que muchos le arrojaban por Internet o por cualquier otro medio no
era más que una burda mentira, un juego hipócrita de aquellos que se llenaban
la boca con frases grandilocuentes que los hacía sentir orgullosos e
importantes, pero que a la hora de los “bollos” ¡joderse amigo!
Tomó el arma que tenía guardada en el cajón de la alacena y
salió a la calle.
Al primer infeliz que encontró le metió el caño en la nuca y
le ordenó que le diera todo lo que tenía.
El pobre desgraciado era un desocupado como el y lo único que
tenía en sus faltriqueras era hambre.
Sacudió la cabeza y dejó de imaginar cosas.
Se levantó lentamente. Se dirigió al balcón de su pequeño
departamento y, como si tomara impulso para un salto triple, grito, haciendo
bocina con sus manos:
¡IDOS A LA MIERDAAAAA!
Y sin agregar una palabra se sentó a mirar televisión.
Alberto O. Colonna
Setiembre de 2013
RECUERDOS
Y yo te dije te quiero
Y tu dijiste te amo
Y fuimos por la alameda
Tomaditos de la mano
Lucías como una reina
Con tu pelo ensortijado
Las hojas besan tus pies
Y te canta el verde prado
Corté una flor, te la di,
para adornar tu cabello
Miré tus ojos y el aire,
el aire… se volvió cielo.
El tiempo te arrebató,
Hoy me acunan los silencios.
Quisiera volverte a ver...
Pero yo sé que no puedo.
Camino por la alameda,
Ahora voy andando lento.
Debo volver, me reclaman,
el sol ya se está poniendo.
Alberto Osvaldo Colonna
Foto: Mirta E. Castillo
NOCHE SIN LUNA
Noche sin luna
La noche no tiene luna
Sobre las aguas del rio.
Corren las sombras calladas
Con el aire del estío.
Y entonces te vi llegar,
Y el aire de ti traía
aromas de rosas nuevas,
de rosas y no de espinas
Me acariciaste y el tiempo
fue una torcaz que partía,
el fuego ardió entre mis manos
alimentando la vida.
Sentí tus besos ardientes,
junté tu boca a la mía,
y yo te mordí los labios
al curvarte cual espiga
Y bebí todas tus ansias,
y me perdí en desvaríos.
¡Hay luna para que quiero
que me mires desde el rio!
PUERTOS
PUERTOS
Se selló la grieta oscura del silencio
La noche envolvió los sentimientos
El barco del alcohol marcó la herida
Que se abrió sin sentirlo en otro puerto
Voló con las alas ya quebradas
La nieve le pesaba y el esfuerzo
dejó una estela que se fue enanchando
Con los viejos rencores de los tiempos
Azules y ocres se juntaron
Oliendo al azufre de las maravillas
Rota la cuerda se quedó marcada
La ruta que recorta el cieno de la vida
Garras de hielo sobre la mirada
Que rasguñan el todo en un momento
Corazones y tripas destempladas
Luchas marcadas con el viejo fuego
Finalmente el cuerpo se ha aquietado
El mundo del absurdo sigue siendo
Los barcos son pájaros que vuelan
El mar no existe… Todo ha muerto.
DALTONISMO
Conversando con mi secretaria se nos ocurrió pensar que pasaría si en esas películas de suspenso donde hay que desactivar una bomba el que tiene que cortar los cables tiene dificultades con la visión de los colores. La verdad sería interesante ver como se las arregla.
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