Cuentos, Pinturas y dibujos, Poemas,Obras de teatro, Fotos, Otros

Una de mis pasiones es la radio. tuve un programa de FM que l escuchaban dos o tres personas. Después tuve una de AM que tuvo bastante reperrcusión, pero las circunstancias hicieron que tuviera que finalizarlo, aunque sigue formando parte de alguno de mis proyectos. En el medio de todo eso un amigo se largó con un programa de FM que pretendía tener una respuesta de aquellos que necesitan del ssonido de la radio como compañia. El problema es que no tenía uñas para guitarrero y la emisión duró muy poquito. Yo traté de darle una mano y en cada programa salía telefónicamente con un micro. Algo que tuviera que ver con lo que él pretendía. buscando entre los rincones olvidados encontré algunos de esos micros y se me ocurrió incluirlos en el blog. espero que les guste más que a los oyentes del programa "Solos en la noche". (La foto es nada más que ilustrativa pero es de mi anterior programa de AM)

APENAS UNA HORA

¿Qué es una hora?
Apenas 60 minutos… o 3600 segundos… O…
Un giro completo en las manecillas del reloj.
Una manera de medir el tiempo… de encasillarlo… de transformarlo en algo tangible… si se quiere, en algo que podamos dominar o controlar.
¿Qué es una hora en la vida de un hombre?
Una fracción minúscula de tiempo que simplemente puede pasar desapercibida.
Pero, en realidad, no siempre es así…
Una hora puede no ser nada y ser todo…
Cientos de horas han pasado por nuestras vidas sin dejar rastros, sin que recordemos ni siquiera un pequeño detalle de lo que pudo haber sucedido en esos 60 minutos…
Pero en una hora… esa hora crucial… pueden haber ocurrido los hechos que dejaron marcas indelebles en nuestra historia…
Para bien o para mal…
Cada uno de ustedes, tal vez, puedan recordar algún momento importante. Ese hecho trascendente que nos ha marcado para toda la vida… Que recordamos con alegría o revivimos con angustia…
Una hora…
Apenas 60 minutos…
Un pequeño lapso de tiempo y que sin embargo puede ser el más importante de nuestra existencia…
Y eso es precisamente lo que pretendemos…
Nuestra ilusión es que esta hora… esta pequeñísima hora… esta insignificante hora, sea la hora que te acompañe… que te ayude a resolver, o por o menos a darte un panorama diferente, a los problemas que te agobian…
Sería tan bueno que cada martes llegues a casa, cansado, o cansada, del trajín diario y simplemente encendiendo la radio en la 95.5 sepas que del otro lado tenés un amigo… alguien dispuesto a escucharte… dispuesto a darte una opinión (que no es más que eso) pero que, tal vez, visto desde afuera puede alivianarte el camino…
Sería tan bueno que podamos comunicarnos… que nos llames y nos cuentes tus afanes… aquello que te agobia, que te preocupa, que te resulta complicado para resolver… O la inversa llamarnos para contarnos tus alegrías, tus logros, las cosas buenas que te han sucedido.
Hagamos un mundo pequeño, simplemente de dos, de nosotros dos, para que luego se vayan agregando otros y otros y otros… Y finalmente sea un mundo que compartamos todos para ayudarnos con la experiencia de cada uno.
Y que esto sea solo el comienzo.
Martes a martes, programa a programa iremos contándote cosas, nuestras o de otros individuos que han puesto sus afanes en estudiar la vida del ser humano y se han preocupado por enseñarnos a transmutirla de mejor manera.
Sesenta minutos para compartir, vos y yo a solas… o acompañados por muchos amigos más, que poco a poco se van sumando a esta propuesta de Encuentros en la noche…
Y esa es la idea, encontrarnos en la soledad de la noche. Encontrarnos cada martes… pero por sobre todas las cosas encontrarnos… Porque es cierto estamos solos, muy solos, y nos hace falta encontrarnos, sentir que estamos acompañados… que alguien se preocupa por nosotros…
Pretendemos ser un tiempo para meditar, para escuchar buena música… para pensar… pero no alocadamente, sin un sentido lógico… para pensar acompañados, elaborando juntos… encontrándonos para resolver los `problemas o alegrándonos juntos de las buenas cosas que vayamos consiguiendo…
Solos pero acompañados… Juntos… encontrándonos en la noche… apenas por sesenta minutos… Tal vez solo para escuchar música… a lo mejor para pasar un simple momento y hasta poder colaborar aportando una idea o una opinión… o quizás los sesenta minutos más importantes de tu vida… ese momento vital en el que todo cambia, todo se ordena, todo toma la dirección correcta… la que estabas esperando…
Sesenta minutos… apenas una hora… pero esa hora… la de encuentros en la noche… que marcará a fuego tu destino…
Aquí estamos… Esperándote… vos lo decidís…
Hasta el próximo encuentro… amigos…


ENCONTRAR LA PAZ

Hace mucho, mucho tiempo… en uno de esos reinos de nombre difícil, de lugares muy remotos, a su monarca se le ocurrió hacer un concurso… un concurso de pintura… Estableció un muy importante premio para aquel artista que fuera capaz de plasmar en el lienzo la imagen de la paz perfecta.
De todas partes acudieron todos aquellos que se sentían aptos para interpretar los deseos del rey.
Se les dio un tiempo límite para realizar sus obras y finalmente el propio creador del concurso realizó la selección.
Sólo dos quedaron para disputar el mérito de ser el más adecuado. Ambos perfectos en su realización, ambos con una técnica impecable, pero insólitamente, absolutamente diferentes.
Mientras uno mostraba un cielo azul impecable, con un agradable sol que se desparramaba por unas mansas colinas, las que a su vez se reflejaban en un cristalino lago, de tranquilas aguas, en donde nadaban juguetonamente algunas aves y en su orilla bebía un cervatillo, rodeado del verde del prado matizado por flores multicolores… en el otro, muy por el contrario, el paisaje era violento. Un pico escarpado, en medio de una horrorosa tempestad. La lluvia azotaba los árboles que se inclinaban ante tal violencia. El agua caía a raudales por entre las piedras que brillaban con los relámpagos que surcaban un cielo ennegrecido por las nubes de la tormenta. Pero en medio de todo ese pandemoniun, en una pequeña excavación de la montaña había un nido. La propia piedra lo protegía de la lluvia y en él, ajenos a todo lo que ocurría a su alrededor, una madre alimentaba a su polluelo recién nacido. Nada importaba, sólo ellos dos, sólo el momento que estaban viviendo.
Y entonces fue que el monarca comprendió que de nada sirve que nuestro entorno sea perfecto, que todo lo que nos rodea se ofrezca magnífico, si primero no hemos obtenido nuestra propia paz, esa paz interior que nos permita afrontar los peores vendavales, esa paz que nos dé las fuerzas para superarlos y seguir adelante, hasta crear nuestro propio paisaje, acomodado a nuestras necesidades, pero que, sea como sea, representará nuestra paz perfecta.
Esta historia tan simple… tan discutible, si se quiere… fue escrita por Helen Keller. Helen quedó ciega y sorda a los 19 meses y sin embargo, ayudada por su maestra Anne Mansfield Sullivan, superó sus discapacidades hasta llegar a ser uno de los personajes de mayor importancia en su tipo creando métodos para ayudar a otros como ella.
Yo siempre digo que hay que aprender a mirarse en el espejo. ¿Qué quiero decir con esto? Simple… cuando uno se para frente a él le devuelve una imagen, real, exacta… claro no es más que un reflejo… Pero en su superficie podemos ver como somos, como lucimos, como nos ven los demás… Y tenemos que aprender a ver esa imagen que nos devuelve crudamente el espejo… repito, esa imagen y no la que nosotros queremos ver.
Es habitual que uno crea que es de determinada manera, que piense que es más inteligente o mas hermoso de lo que realmente luce… “Es cierto que al nacer todos somos iguales y por lo tanto merecemos las mismas oportunidades, pero también es cierto que hay personas que son más capaces que otras y por lo tanto es lógico que lleguen más lejos, que obtengan mejores cosas…” Esto lo dijo, nada más y nada menos, que Mahatma Gandhi, alguien que sacrificó su propio bienestar para luchar por sus semejantes.
Cuando uno se reconoce… cuando acepta sus limitaciones… cuando deja de quejarse de la suerte… cuando aprende a no envidiar los logros de los demás para concentrarse en los suyos propios… Cuando aprende a mirarse en el espejo es, recién, cuando comienza a progresar, a corregir errores, a crecer interiormente y, como consecuencia, a crear un entorno que le permita vivir mucho mejor.
Ese es el punto de partida. Miremos dentro de nosotros mismos… pero viéndonos… aprendiendo a conocernos…
A veces no podemos hacerlo solos… a veces tenemos que aprender a solicitar ayuda… a veces tenemos que encontrarnos y en la soledad de la noche y contarnos nuestras cosas… Y vamos a descubrir que siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos, a tendernos una mano… o simplemente a contar sus experiencias que, sin ser una solución específica, puede servirnos para comprender aquellas cosas que nos están ocurriendo…
Todo está dentro de uno… lo bueno y lo malo… Lo que te sirve y lo que tenés que desechar… lo que terminó y lo que está a punto de comenzar…
De vos depende…
Hasta el próximo encuentro…
Amigos. 

Soledad 

1.
Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.
2.
Lugar desierto, o tierra no habitada.
3.
Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.
“Mas vale solo que mal acompañado” dice el refrán y la sabiduría popular expresada en este tipo de frases difícilmente se equivoca.
Pero también es cierto que para cada uno de estos dichos hay otro que se le opone y entonces uno elige el que quiere, el que más le conviene.
“El hombre es un ser social”.
También es una realidad.
Necesitamos del otro, nos hace falta la compañía, aunque más no sea la de un gato como dice Cacho Castaña en “Café la Humedad”.
¿Y cual es la verdad?
Y esa es la primera y gran pregunta.
¿Quién lo sabe? ¿Quién es lo increíblemente sabio para conocer la verdad?
Cada uno va encontrando su camino.
Cada uno va escribiendo su verdad.
Y muchas veces lo hace por el sistema de prueba y error. Lo intenta, se equivoca una y mil veces, pero lo sigue intentando… y eso es lo que vale…
Estamos vivos en cuanto tenemos proyectos, en cuanto seguimos acariciando ilusiones… en cuanto pensamos que el mundo puede ser distinto, puede ser mejor… que vale la pena seguir…
Yo persigo una quimera… una utopía… yo sé que no se puede realizar… pero tal vez… a lo mejor… ¿por qué no predicar con el ejemplo?...
El hombre es un ser sociable, dije antes, y ahora agregaría, lo es por que no le queda más remedio, porque el mundo ha avanzado tanto que se ve obligado a depender de otros para subsistir. Pero en su interior se ha ido volviendo cada vez más egoísta. Permanentemente está pensando en sus propios intereses, buscando su bienestar a costa de cualquier sacrificio, propio o ajeno.
¿Que ocurriría si en lugar de pensar en nosotros tratáramos de pensar en cómo hacer para que los que están en nuestro entorno sean más felices? Imagínense, si cada uno, de todos los que nos rodean, se dedicaran ha hacerle mejor la vida al que tienen al lado ¡Cuantas personas estarían preocupadas para que uno viva mejor! Es matemático… es simple… es utópico, como decía antes… pero tal vez… quizás… “soñar no cuesta nada” dice otro viejo refrán y nuestra cortina nos lo recuerda…
Encuentros en la noche… en ese tiempo en donde paramos nuestro trajín diario, nos relajamos y tal vez comencemos a sentir más que nunca la soledad. Encuentros en la noche… es lo que queremos… que sientas que compartimos con vos tu vida y estamos pensando en vos… de ninguna manera en particular… buscando aquello que para vos signifique compañía… y queremos que vos nos acompañes… con ganas… con ilusiones… ¿quién sabe?... a lo mejor somos el puente para algo mejor, a lo mejor alguien nos dice la palabra justa que estábamos esperando… a lo mejor…
Encuentros… ¡que linda palabra!... tratemos de encontrarnos a nosotros mismos y posiblemente eso nos permita encontrar a los otros… a todos aquellos que suponen que están solos y nada más les falta descubrir lo acompañados que están.
Ahora cerremos nuestros ojos, escuchemos la buena música que nos acaricia… abracémonos fuerte, muy fuerte, en un gesto simbólico y prometámonos que mañana… que mañana será distinto…
Hasta el martes que viene… mis amigos.

EL CHUPETE ELECTRÓNICO

Cuando el hombre nace o cuando muere. En el canal del parto o en el féretro esta siempre solo. Durante todo el transcurrir de su vida posiblemente el ser humano ha procurado y talvez lo ha conseguido, vivir acompañado, pero en los momentos claves, en esos puntos de inflexión que marcan el comienzo y el final de una historia tiene que encararlos absolutamente solos.
El hombre es un ser social, y de eso no cabe la menor duda. Pero… ¿Qué queremos decir con esto? La cuestión es bastante simple. Muy pocos son capaces de poder realizar todas las tareas que hoy hacen falta para vivir adecuadamente. Es cierto, si me convierto en un anacoreta, dedicado exclusivamente a la meditación, con seguridad no me harán falta ninguno de los elementos a los que el confort moderno nos ha ido acostumbrando. Pero, claro, convengamos que la mayor parte de nosotros no tiene la menor intención de dedicarse a la contemplación ni a nada que se le parezca.
Pensemos por un instante lo que ocurre cuando se produce un corte eléctrico o cuando de la pobre canilla apenas si sale un hilito de agua y, por supuesto, los tanques no pueden llenarse. La desesperación, la angustia, se apodera de nosotros y, aunque más no sea por unos minutos, nos sentimos absolutamente desprotegidos, dejados a la buena de Dios y sin saber que hacer… Salvo el reclamar airadamente a la compañía correspondiente en donde, por otra parte, previsoramente ya han colocado una grabación que, en lugar de calmarnos, nos hace sentir más solos que nunca.
Es cierto, tenemos que vivir en sociedad, tenemos que vivir acompañados.
Pero, como les decía anteriormente, acompañados para que cada quien cumpla con su función y entre las partes de cada uno podamos formar un todo que funcione adecuadamente.
Y este es el concepto al que quiero llegar. Para que cada uno cumpla con su función de la mejor manera posible, ayudándonos los unos a los otros, sabiendo que si cada responsable de que algo funcione se preocupa por hacerlo bien, de igual forma lo harán los otros, de los que depende indefectiblemente.
Primer punto, entonces, en un mundo donde todos basamos nuestras relaciones en la agresión, en tratarnos mal, en responder inadecuadamente, resulta que los unos dependemos de los otros. Y de aquí nuestra primera conclusión. ¿No sería un poco más inteligente modificar esa actitud agresiva, casi permanente, que sostenemos con empecinamiento digno de otras causas, y a la que todos nos estamos acostumbrando, lenta y progresivamente, hasta convertirla en una manera de vivir, y todo simplemente por que sí, por que todos lo hacen de la misma manera? Digo ¿No sería más astuto cambiar esa actitud por una mucho más útil, que le sirva a los demás y como consecuencia que nos sirva a nosotros? ¿No nos serviría ser tan egoístas que resolvamos tratar bien a los demás para que los demás nos traten bien a nosotros?
Como dije antes, primer punto… y para pensar.
Pero aquí viene el segundo punto. El otro extremo.
Che... ¿Qué hacés este fin de semana? ¿Vamos ha tomar un cafecito? ¿Y si vamos juntos al cine? Y si… y siempre programando algo para juntarnos con alguien… hasta para ir al baño lo hacemos acompañados.
A veces no importa con quien, el asunto es no estar solos… probablemente el asunto es no tenerse que encontrar con uno mismo.
De vacaciones, fin de semana, paseo, espectáculo… lo que sea. Siempre con alguien más, con quien conversar habitualmente las mismas cosas… las mismas aburridas cosas pero que aturden, que evitan que se pueda pensar, que ocupan nuestras mentes y nos mantienen ocupados, no sea cosa que tengamos que abrir alguna puertita de esas en las que nuestro cerebro encierra pensamientos que nos molesta tener que analizar.
Y este es el problema: el punto uno choca con el punto dos. Queremos ser sociables pero nos tratamos mal. Como esto es un gran conflicto hemos creado los chupetes electrónicos. ¿Qué es esto? Simple, analicemos. Para que el chico no llore le enchufamos el chupete… si es bueno o malo no importa… el asunto es que no se queje… si hasta lo endulzamos para que lo agarre y nos deje tranquilos. ¿Y cuando crecemos y no podemos salir con el chupete? Entonces recurrimos a los elementos que hemos inventado para reemplazarlo.
Y el artefacto que más ha prendido, que se ha propagado como una epidemia, que ha crecido junto a esos rollitos que la mayoría tenemos en nuestra cintura, es el teléfono celular.
El hombre no sabe estar solo y entonces ha inventado una forma de conseguir siempre compañía. Presten atención, incluso mírense ustedes mismos. Todo el mundo lleva colgando del cinturón o de la riñonera un teléfono celular. ¿Hay tantas llamadas importantes que no podemos esperar a estar en algún sitio adecuado para comunicarnos y tenemos la necesidad de ir por la calle a grito pelado, esquivando transeúntes o vehículos? ¿Hace falta que suene una músiquita, que ya ha dejado de ser agradable, en medio del cine, de una obra de teatro o de una conferencia?
Si dejaran de funcionar las empresas dedicadas a este tipo de comunicación o nos tocara quedarnos sordos ¿Qué sería de nuestras vidas?
El hombre es un ser social. El hombre no sabe vivir solo.
Y como dice el adagio: “Ni tanto ni tan poco”.
Aprendamos a vivir en sociedad.
Aprendamos a vivir en soledad.
Cuando entendamos que el hombre nace solo, vive solo y muere solo, a pesar de estar siempre acompañados, será el momento en que lograremos ser mucho más felices, porque aprenderemos a disfrutar de cada pequeña cosa que nos rodea, de cada instante que vivimos, de cada circunstancia que se nos presente. Y siendo más felices podremos relacionarnos mejor con los otros, que también serán más felices.
Como siempre digo talvez esto sea algo utópico… pero es lo que perseguimos en encuentros en la noche… acompañándote pero también enseñándote a ser independiente… dándote los elementos para que no te sientas solo aunque nadie esté corporalmente a tu lado.
Nosotros estamos con vos, todos los martes, de 21 a 22 y por la 95.5
Te estamos esperando.
Hasta el próximo encuentro mis amigos.