No debe castigarse a los niñitos,
Sus hayes de dolor llegan al alma.
Yo, al menos, cada vez que oigo sus gritos
contra mi voluntad pierdo la calma.
Sirva de ejemplo este hecho lastimero,
que puedo referir como testigo,
y demuestra que el padre más severo
mas que padre a de ser siempre un amigo.
Jugaba con un fierro un chiquitín
Y, cosas propias de la inexperiencia,
armaba tal escándalo que al fin,
cansado de aguantar su impertinencia,
su recto padre, en actitud resuelta,
descargó la justicia de su brazo.
.…………………………………………..
Y
el niñito indefenso se dio vuelta
Y
le abrió la cabeza de un fierrazo.