Los ángeles danzan.
¡Pero no oigo la música!
Es una daza macabra, en silencio, sin sonido.
Frente a ellos se levanta majestuoso el palacio legislativo.
Pero no os engañéis. Es solo la fachada. Cartón pintado.
Por dentro está vacío.
Solo lo rondan los fantasmas de los viejos políticos que
alguna vez lo habitaron.
Que alguna vez lo llenaron con sus discursos encendidos.
Los querubines bailan.
En el fondo, muy en el fondo, posiblemente en mi imaginación,
se oye un canto.
"Sean eternos los laureles que supimos conseguir".