VOLVER A EMPEZAR
Una y otra vez. La repetición inacabable de la misma
sensación.
No siempre es así. Hay veces que esa sensación me acompaña
desde el vamos.
Pero no es lo habitual.
Normalmente me levanto bien. Con proyectos y hasta, tal vez,
la alegría conservada del día anterior.
Algo debo hacer mal porque en cuanto entro en contacto con
mi entorno vuelve sistemáticamente esa sensación de angustia que se mete en los
huesos, te carcome por dentro y, lo que es peor, te roba los pocos momentos que
lógicamente te quedan,
Ya estoy viejo. Ya me preguntan por mis nietos. Por más que
uno se sienta joven y con fuerza, la realidad lo golpea con la fuerza de un
vendaval.
Y así estamos. Nada está bien. O todo está bien. No lo sé.
Puede que sea que yo que no me adapto a los tiempos que vivo
o a los tiempos vividos. Porque nada es casual. Todo es una consecuencia.
Recibo malas respuestas, se crean a mi alrededor
circunstancias que me ponen mal. Códigos rotos que ya no se van a componer y
actitudes diferentes a las que uno razonativamente cree que son las
incorrectas, pero que no van a cambiar. Lo malo es que no sé si quiero
adaptarme.
Y me hace daño.
Hoy es un feo día (climáticamente hablando), sin embargo
siempre he dicho que los días están dentro de uno, que cada cual hace sus días,
no importa lo que pase afuera, dentro de uno siempre hay una posibilidad de
vivir mejor.
Ahora estoy angustiado. Quiero romper el círculo y no puedo.
Intento. Trato de encontrar salidas y choco con la mala respuesta, con la
actitud errónea.
Y todo vuelve a empezar.
Otra vez la angustia. Volver a sentirme mal. Pelear contra
los molinos de viento.
¿Hasta cuando?